Por: María Rosario Carrasco Patzi (escrito el año 2006)
SUMARIO
1. INTRODUCCIÓN.
2. MARCO TEÓRICO
2.1. COLONIALISMO.
2.2. LA POLÍTICA DEL COLONIAJE: DESPOBLACIÓN Y ESCLAVITUD.
2.3. LA COMUNIDAD BAJO EL COLONIAJE.
2.4. LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA Y LA PROPIEDAD AGRARIA.
2.5. POLÍTICA AGRARIA DE LA REPÚBLICA.
3. CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFIA
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I. INTRODUCCIÓN.
El factor central del análisis de la dinámica de luchas y movimientos sociales, se mueve a partir de las reivindicaciones de tierra y territorio. Dos componentes que poseen implicaciones diferenciadas, que ponen en relación, estos movimientos frente al Estado, y frente al imperialismo bajo estrategias diversas. Colocando en primer plano en la Formación Social Boliviana, el problema Económico-Social de los derechos de los originarios, y por el otro, la Reivindicación de su derecho a la Tierra y Territorio.
El tema tierra llegó a convertirse en uno de los factores cruciales de la problemática agraria poniendo nuevamente en relieve el por qué de su existencia y encontrando en las respuestas su carácter de tarea democrática-estructural no resuelta por las burguesías nacionales y cuyas posibilidades de solución por la mismas es imposible de ser realizada en el marco de la época agudizada por la degeneración y crisis del capitalismo. Por ello, surge la siguiente hipótesis: La Formación Social Boliviana se está modificando en función de los patrones indígenas.[1]
En la temática de este trabajo (escrito el 2006) se toma la problemática Tierra – Territorio en la Formación Social Boliviana a partir de la definición que expresa Zabaleta Mercado:
“Se dice que Bolivia es una formación abigarrada es porque en ella no sólo se han superpuesto las épocas económicas (...) sin combinarse demasiado, como si el feudalismo perteneciera a una cultura y el capitalismo a otra y ocurrieran sin embargo en el mismo escenario” (Zabaleta 1983:17).
Bolivia ha trabajado muy poco, para evitar el insuficiente desarrollo de la dominación productiva de su territorio y el no superado abigarramiento de su cultura. La sociedad Boliviana se forma recorriendo largos procesos que duran siglos de cambios históricos evolutivos, en cambio el Estado criollo avanzó muy poco desde 1825 hasta 2005 con relación a sus bases materiales y sociales originarias. No hay de esta manera, correspondencia histórica entre lo que es la nación desde sus orígenes a lo que hoy es el Estado Boliviano, poder social y poder político no han seguido un curso equilibrado de desarrollo.
Por otro lado, en 1825 hubo independencia pero, no descolonización. Ninguna de las culturas precolombinas fueron reivindicadas; Quechuas, Aimaras y otros grupos originarios, en rigor de verdad, fueron marginados, humillados y explotados. Quedaron en situación igual o peor que en la época de la colonia.
Es de recalcar que la tenencia de la tierra es de fundamental importancia para el indígena: La sayaña es el requisito de la independencia personal. (Zabaleta ,1983: 40). Y el hecho es que durante más de un siglo de República, la “gran propiedad agraria”, se ha reforzado y engrandecido.[2] Planteado así el problema agrario de Bolivia, no se presta a deformaciones equívocas. Aparece en toda su magnitud como problema económico-social -y por tanto político-, del dominio de los hombres que actúan en este plano de hechos e ideas por lo tanto resulta vano todo empeño de convertirlo en un problema técnico-agrícola del dominio de los agrónomos.
Destaquemos además, que las reformas de modernización capitalista de 1952 entre las que se encuentra La Reforma Agraria solo sirvieron para promover el “minifundio”, es decir, la excesiva fragmentación de la tierra centrada en la modalidad de herencia entre todos los hijos y de estos a su vez a sus descendientes. Este problema, representó uno de los factores dinámicos de la crisis por el factor tierra que terminó por complementarse con el incremento demográfico, lo cual constituyó un proceso importante de degradación de recursos en la medida en que en muchas regiones las prácticas tradicionales de rotación de suelos y descanso han disminuido dramáticamente o directamente han desaparecido. Esta problemática se sustenta además, a partir de la situación de acceso y tenencia de tierra en el occidente.
Las normas sociales de “reciprocidad” o “ayni”, solidaridad, confianza social y cooperación se tejen, a partir de estructuras que segmentan también las comunidades entre ricos y pobres. Estos rasgos tienen un peso relevante al momento de comprender la dinámica política del campesinado, es decir, considerar la heterogeneidad admitida al interior mundo rural vinculado a las interacciones entre modos de producción, permite también, esperar un comportamiento político diferenciado. Efectivamente, al analizar el mundo rural y sus múltiples contextos y particularidades así como al ubicar al campesino-indígena como sujeto central de este mundo, es imprescindible considerar detenidamente la existencia de las diferenciaciones para establecer cuándo el campesinado puede actuar como un todo y para qué fines y cuándo las diferencias los dividirán en variados frentes de lucha.
Por lo tanto, el objetivo principal que orientó este ensayo fue analizar la Formación Social Boliviana con su problemática Tierra – Territorio, a partir del coloniaje y su evolución a través de la historia. En la metodología se distingue a “la crisis (...) forma clásica de la revelación o reconocimiento de la realidad del todo social” (Zabaleta 1983: 17) con un enfoque “cualitativo – histórico”. El trabajo está dividido en tres partes: Introducción, Desarrollo y Conclusiones.
II. MARCO TEÓRICO
2.1. COLONIALISMO.
Los españoles que llegaron a América no tenían buena fama en España:
"Durante la colonia, la masa colonizadora que sembró vientos de destrucción y crimen, era igual o peor que el hampa de la conquista. España mandó al Perú, militares y curas, aventureros y criminales". (Reinaga 1970:401).
España nos trajo del Medioevo: La inquisición, feudalismo, etc. Nos trajo luego, la Contrarreforma: espíritu reaccionario, método jesuítico, casuismo escolástico. De la mayor parte de estas cosas, nos hemos ido liberando, penosamente, mediante la asimilación de la cultura occidental, obtenida a veces a través de la propia España. Pero de su cimiento económico, arraigado en los intereses de una clase cuya hegemonía no canceló la revolución de la independencia, a la fecha no nos hemos liberado todavía. La raza indígena es una raza de agricultores:
"La obra de la ignorancia tendrá vigencia hasta el día en que triunfe nuestra revolución (...) sólo entonces podremos y tendremos que dejar y para siempre nuestro infamado nombre de INDIOS; solo entonces volveremos (...) al propio nombre de INKAS". (Reinaga 1970: 399)
El pueblo incaico era un pueblo, dedicado ordinariamente a la agricultura y el pastoreo. Las industrias, las artes, tenían un carácter doméstico y rural. Los trabajos públicos, las obras colectivas más admirables constituyen el Tawantinsuyo, que tuvieron un objetivo militar, religioso y agrícola. Los Canales de irrigación de la sierra y de la costa, las terrazas de cultivo de los Andes, quedan como los mejores testimonios del grado de organización económica alcanzado por los incas. La tierra depara todos los bienes. El culto a la Pacha Mama es parte de la heliolatría, y como el sol no pertenece a nadie, tampoco la tierra.
Los caracteres fundamentales de la economía incaica eran los siguientes: Propiedad colectiva de la tierra cultivable que forma el “ayllu” o conjunto de familias emparentadas, aunque dividida en lotes individuales intransferibles; propiedad colectiva de las aguas, tierras de pastoreo y bosques por la “marca” o tribu, o sea la federación de ayllus establecidos alrededor de una misma aldea; cooperación común en el trabajo; apropiación individual de las cosechas y frutos. La destrucción de esta economía - y por ende de la cultura que se nutría de su savia - es una de las responsabilidades del coloniaje. El régimen colonial desorganizó y aniquiló la economía agraria incaica, sin reemplazarla por una economía de mayores rendimientos.
2.2. LA POLÍTICA DEL COLONIAJE: DESPOBLACIÓN Y ESCLAVITUD.
Una economía indígena, orgánica, nativa, se forma sola. Ella misma determina espontáneamente sus instituciones. Pero una economía colonial se establece sobre bases en parte artificiales y extranjeras, subordinada al interés del colonizador. Su desarrollo regular depende de la aptitud de éste para adaptarse a las condiciones ambientales o para transformarlas. Sin embargo, el colonizador español carecía radicalmente de esta aptitud. Tenía una idea del valor económico de los tesoros de la naturaleza, pero no tenía casi idea alguna del valor económico del hombre:
"Los españoles, verdaderos hijos de Caín, llegaron a un óptimo Continente, donde la fauna, la flora, los metales preciosos y una “excelsa naturaleza humana”, se hallaban a pedir de boca y al alcance de la mano". (Reinaga 1970: 400)
La práctica de exterminio de la población indígena y de destrucción de sus instituciones empobrecía y desangraba al fabuloso país ganado por los conquistadores para el Rey de España, en una medida que éstos no eran capaces de percibir y apreciar. El colonizador español implantó en el Alto Perú un régimen de despoblación[3].
La codicia de los metales preciosos empujó a los españoles a ocuparse preferentemente en la minería. Su interés pugnaba por convertir en un pueblo minero al que desde sus más remotos orígenes, había sido un pueblo agrario. De este hecho nació la necesidad de imponer al indígena la dura ley de la esclavitud. Los españoles establecieron, con el sistema de las mitas, el trabajo forzado, arrancando al indígena de su suelo y de sus costumbres.[4]
2.3. LA COMUNIDAD BAJO EL COLONIAJE.
Las Leyes de Indias amparaban la propiedad indígena y reconocían su organización comunista. La legislación relativa a las "comunidades" indígenas, se adaptó a la necesidad de no atacar las instituciones ni las costumbres indiferentes al espíritu religioso y al carácter político del Coloniaje. El comunismo agrario del ayllu, una vez destruido el Estado Incaico, no era incompatible con el uno ni con el otro.
"Entre dichos elementos destaca el referido al territorio, a su control y administración. Los efectos (...) fueron atenuados, en el periodo colonial, por medio del pacto de reciprocidad entre la sociedad invasora y la sociedad invadida". (Guzmán 2002:18).
El reconocimiento de las comunidades y de sus costumbres económicas por las Leyes de Indias, se ajusta a la teoría y la práctica feudales. La comunidad podía y debía subsistir, para la mayor gloria y provecho del Rey y de la Iglesia. Sabemos bien que esta legislación en gran parte quedó únicamente escrita. La propiedad indígena no pudo ser suficientemente amparada, por razones dependientes de la práctica colonial. En resumen, el régimen agrario colonial determinó la sustitución de una gran parte de las comunidades agrarias indígenas por latifundios de propiedad individual, cultivados por los indígenas bajo una organización feudal.
2.4. LA REVOLUCIÓN DE LA INDEPENDENCIA Y LA PROPIEDAD AGRARIA.
Entremos a examinar ahora cómo se presenta el problema de la tierra bajo la República. Si la revolución hubiese sido un movimiento de las masas indígenas o hubiese representado sus reivindicaciones, habría tenido necesariamente una fisonomía agrarista.
El cholaje blanco – mestizo eran los “bolivianos”; nadie más que ellos eran los “bolivianos”. El indio que se había revelado contra el blanco no era “boliviano”; era indio: Enemigo de Bolivia. El indio carecía de derechos. (Reinaga 1970: 285).
Se inauguró así un régimen que, cualquiera que fuesen sus principios, empeoraba en cierto grado la condición de los indígenas en vez de mejorarla. La nueva política comprendía un conjunto de medidas que significaban la emancipación del indígena como siervo. Pero por otro lado, dejaba intactos el poder y la fuerza de la propiedad feudal, o sea, invalidaba sus propias medidas de protección de la pequeña propiedad y del trabajador de la tierra.[5]
2.5. POLÍTICA AGRARIA DE LA REPÚBLICA.
El agotamiento de la economía abierta y la democracia restringida tenía que ver no solamente con el lógico desgaste de su aplicación, sino sobre todo con la insuficiencia de construir una nación dándole la espalda a la mayoría:
"Huelgas obreras, levantamientos indios y lucha por la organización sindical eran el cuestionamiento cada vez más insistente y orgánico de los sectores populares frente a un orden que pretendía imponerles (...) la condición de exiliados de la sociedad". (Rivera 1983: 129)
En un pueblo de tradición comunista originaria, disolver la comunidad no servía, no se transforma artificialmente a una sociedad. Menos aún a una sociedad indígena, profundamente adherida a su tradición y a sus instituciones jurídicas.
"Sobre la base de estas tensiones, el Movimiento Nacionalista Revolucionario logra aglutinar a un amplio movimiento social policlasista que busca romper con el dominio de la oligarquía en base a un simple pero impactante programa de modernización capitalista". (Rivera 1983: 129)
"La Ley de la Reforma Agraria dividía las propiedades y arruinaba la igualdad de derecho en las familias. Las consecuencias de esta disposición eran, en el orden político, estar condenados a la oligarquía, a la aristocracia, a los latifundios; en el orden social, la ascensión de la burguesía con el MNR y del mestizaje. Bajo el aspecto económico, la partición igualitaria de las sucesiones favoreció la formación de la pequeña propiedad antes entrabada por los grandes dominios señoriales. La ley de la Reforma Agraria no es sino uno de los instrumentos de la política liberal y de la práctica capitalista". Como lo reconoce Faustino Reinaga.
En ninguna parte la división de la propiedad agraria, o mejor, su redistribución, ha sido posible sin leyes especiales de expropiación que han transferido el dominio del suelo a la clase que lo trabaja. El latifundio se ha consolidado y extendido. Y la propiedad de la comunidad indígena ha sido la única que ha sufrido las consecuencias de este liberalismo deformado.
III. CONCLUSIONES
A las proposiciones fundamentales, expuestas ya en este estudio, sobre los aspectos presentes de la cuestión agraria en Bolivia, debo agregar las siguientes:
1º El carácter de la propiedad agraria en Bolivia se presenta como una de las mayores trancas para el desarrollo nacional. Es muy elevado el porcentaje de las tierras, explotadas por arrendatarios grandes o medios, que pertenecen a terratenientes que jamás han manejado sus fundos. Estos terratenientes, por completo extraños y ausentes de la agricultura y de sus problemas, viven de su renta territorial sin dar ningún aporte de trabajo ni de inteligencia a la actividad económica del país.
2° En el oriente, el feudalismo agrario sobreviviente se muestra del todo inepto como creador de riqueza y de progreso. Excepción hecha a las tierras ganaderas que exportan carne. Los rendimientos del suelo son ínfimos; los métodos de trabajo, primitivos. En el plano económico, el señor feudal es el primer responsable del poco valor de sus dominios. Ya hemos visto cómo este latifundista no se preocupa de la productividad sino de la rentabilidad de la tierra. Ya hemos visto también cómo, a pesar de ser sus tierras las mejores, sus cifras de producción no son mayores que las obtenidas por el campesino, con su primitivo equipo de labranza, en sus magras tierras comunales.
3º Como explicación de este fenómeno se dice que la situación económica de la agricultura del oriente depende absolutamente de las vías de comunicación y transporte. Dentro del régimen incaico, el servicio vial debidamente establecido sería un servicio público obligatorio, del todo compatible con los principios del socialismo moderno; dentro del régimen colonial de latifundio y servidumbre, el mismo servicio adquiere el carácter odioso de una "mita".
En síntesis hay un profundo resquebrajamiento y deslegitimidad del poder dominante desde la territorialización del conflicto estado-indígenas, pese a la fragmentación de los movimientos indígenas.[6] Cada espacio del territorio del estado y los territorios indígenas se convierten paulatinamente en parte de las relaciones de conflicto desde diversas organizaciones, liderazgos y estrategias de lucha. Hay una disputa incesante entre lo que son los mecanismos de acción estatal como la implantación de la ley y el rechazo o el reclamo del reconocimiento de los derechos indígenas por los indígenas en cuanto soporte de la racionalidad organizativa y social de los territorios y pueblos indígenas.
Por lo expuesto hasta aquí se puede concluir que: La Formación Social Boliviana se está modificando en función de los patrones indígenas porque las construcciones sociales del poder han creado profundas fronteras históricas entre el mundo social indígena y el mundo social blanco-mestizo. Y lo que ocurre hoy es que estas construcciones se rompen y se hacen visibles socialmente.
BIBLIOGRAFIA
GUZMAN BOUTIER, Omar:
“Contexto Social Durante la Producción de la Ley INRA”. C&C Editores. La Paz – Bolivia.
REINAGA, Fausto:
1970. “La Revolución India”. Cooperativa: Artes Gráficas. La Paz – Bolivia.
RIVERA CUSICANQUI, Silvia:
1983. “Luchas Campesinas Contemporáneas en Bolivia”. En: Bolivia, Hoy. Siglo XXI.
México.
ZABALETA MERCADO, René:
“Las Masas en Noviembre”. En: Bolivia, hoy. Siglo XXI. México.
[1] Formación Social es un término genérico, usado en la sociología alemana de la primera mitad del siglo XX, para designar fenómenos sociales relativamente estructurados, recurrentes, reconocibles incluso en distintos contextos, producidos por interacciones reiteradas, como grupos, asociaciones, instituciones, comunidades, partidos, etc.
[2] En ese orden, las expresiones de la feudalidad sobreviviente son dos: latifundio y servidumbre. Expresiones cuyo análisis nos conduce a la conclusión de que no se puede liquidar la servidumbre, que pesa sobre la raza indígena, sin liquidar el latifundio.
[3] La persecución y esclavizamiento de los indios deshacía un capital subestimado por los colonizadores: el capital humano. Los españoles se encontraron cada día más necesitados de brazos para la explotación y aprovechamiento de las riquezas conquistadas. Recurrieron entonces al sistema primitivo de colonización: el de la importación de esclavos.
[4] La importación de esclavos negros que abasteció de braceros y domésticos a la población española de la costa, donde se encontraba la sede y corte del Virreinato, contribuyó a que España no advirtiera su error económico y político. El esclavismo se arraigó en el régimen, viciándolo y enfermándolo.
[5] La aristocracia terrateniente, conservaba sus posiciones de hecho. Seguía siendo en Bolivia la clase dominante. La abolición de la servidumbre no pasaba, de ser una declaración teórica. Porque la revolución no había tocado el latifundio
[6] Esta territorialización del conflicto estado-indígena se refiere fundamentalmente a la ampliación geográfica, social, organizativa y política del conflicto desde los espacios locales y regionales que en el último tiempo son de carácter nacional e internacional.
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