miércoles, 11 de abril de 2012

JUVENTUD EN SITUACIÓN DE RIESGO SOCIAL


Por: MARÍA ROSARIO CARRASCO PATZI

La Escuela, la Universidad, junto con la Familia y los Medios de Comunicación de Masas, son cada uno espacios de socialización muy importantes y por lo mismo, un claro espejo donde la sociedad puede mirarse a sí misma .

Por ello, se puede considerar que la juventud en situación de riesgo social es aquella que establece, una interacción inadecuada con sus entornos que son la familia, la escuela, la universidad, el barrio, el vecindario, las instituciones, etc., los cuales no cubren sus derechos individuales, poniendo en peligro su correcto desarrollo social y dando lugar a un posible inicio del proceso de inadaptación. Asimismo, uno de los aspectos que más ha preocupado en este último periodo de tiempo a psicólogos, pedagogos, sociólogos y a diferentes tipos de Cientistas Sociales es la manera cómo la escuela ha sido tomada por procesos violentos. Es un proceso común en Brasil, Nueva York, Argentina y escuelas de diferentes lugares en los cuales la juventud reorganiza desde la violencia su mundo cotidiano. La escuela y la universidad, les sirve a los estudiantes como lugares de encuentro y de intermediación para lograr los objetivos que buscan por medio de la intimidación.

Por otra parte, en una sociedad donde las relaciones interpersonales se resuelven, muchas veces, con disputas, insultos, descalificaciones o la ignorancia del otro y donde se observa, violencia de género, violencia escolar, violencia frente al que opina diferente, violencia de los medios de comunicación, violencia en la familia, violencia entre políticos, entre docentes, de docentes hacia los alumnos, entre compañeros de trabajo, etc. Pareciera como si todo lo resolviéramos de forma violenta. Al respecto, ¿Pueden los medios de comunicación mandarnos mensajes de violencia sin medida en base al dios de la audiencia? ¿Podemos los adultos o cualquier ciudadano, tratar mal a nuestra pareja, a nuestros hijos, a los estudiantes, a nuestros compañeros de trabajo? Tal vez exista un límite a la hora de violentar a otro ser humano. Es evidente que la escuela debe plantear de cara esa realidad. Sin embargo, los estudiantes, sus familias y también los docentes son ciudadanos integrantes de esta sociedad; son personas, seres humanos, que tras impregnarse de la dinámica social deben reinventarla cada día.

Es hora de mirarnos al espejo y observar nuestras formas de relacionarnos con el otro, sea alumno, padre o profesor. Reflexionemos. Pongámonos en el lugar del otro. Escuchémoslo de verdad. Hablemos utilizando las palabras para comunicar y entendernos, no como dardos arrojadizos con un fin oculto, muchas veces hasta para el propio emisor. Si queremos atacar la raíz del problema, bajar a ese nivel de prevención, del que siempre hablamos y nunca abordamos, deberemos replantearnos muchas cosas y ser más ambiciosos. No por el bien de la escuela, sino por el de la sociedad, el bien de un mundo en el que nos ha tocado vivir y que, para bien o para mal, podemos modelar con cada uno de nuestros actos. De este modo se puede considerar, que las conductas antisociales tienen origen social, familiar, económico y cultural.